Sucedió un 10 de enero 1973 en la ciudad santafesina del departamento homónimo el que dejó 63 muertos. La magnitud del fenómeno es el único registrado en el hemisferio Sur.
El miércoles 10 de enero de 1973 la vida de los pobladores de la ciudad santafesina de San Justo cambió para siempre. Un tornado de categoría F5 pasó por la ciudad luego de las 14, dejando como saldo 66 muertos, más de 200 heridos y millones de pesos en pérdidas materiales.
Fue el único tornado de tal magnitud registrado en la historia no solo de Sudamérica, sino de todo el hemisferio sur. El fenómeno fue estudiado por Tetsuya Fujita (uno de los creadores de la escala Fujita-Pearson) que lo calificó como el tornado más intenso registrado fuera de los Estados Unidos.
La web SanJustonoticias, publicó la crónica de lo ocurrido hace más de 40 años, para que grandes y chicos no la olviden jamás.
El relato comienza así...
Después de una mañana de un intenso calor, al mediodía se vieron pasar enormes nubes torrecúmulos. Cerca de las 13 cayeron algunos chaparrones aislados, debido al alto contenido de humedad relativa y a la extrema inestabilidad que había. Después de las 14 algunos percibieron una pestilencia como de azufre.
A las 14:15, en las inmediaciones de las vías del Ferrocarril General Belgrano, en pleno campo, se formó un tornado que en menos de 2 minutos alcanzo la categoría F5.
El fenómeno duró unos 7 minutos. Se desplazó unos 1500 metros hacia el sur, devastando todo a una anchura de 300 metros, una cuadra a cada lado del bulevar Roque Sáenz Peña, que cruza la ciudad de norte a sur.
El tornado succionó casi toda el agua de una laguna cercana. Según los testigos, la tierra temblaba como si un avión a reacción estuviera aterrizando sobre las viviendas.
También cambió de color: comenzó con una coloración violácea, para después en plena acción devastadora se tornó rojizo (debido al contenido de polvo de ladrillo de los escombros).
Un automóvil que se encontraba estacionado frente a un hotel apareció convertido en chatarra sin motor a 300 metros, otros vehículos por la presión del viento se encontraron totalmente destruidos e irreconocibles. Un remolque con piso metálico fue sepultado en una zanja de dos metros de profundidad.
Un carro para reparto de soda, fue arrojado a más de tres cuadras de donde se encontraba, golpeó contra una casa de dos plantas. El caballo que lo remolcaba sobrevivió, sobre la copa destrozada de un eucalipto. Según testigos, varios camiones con acoplado giraron enloquecidamente en el suelo. Uno de ellos, después de esquivar varias casas, cayó en el fondo de una huerta.
En una concesionaria de tractores y máquinas agrícolas, los tractores «cero kilómetro» (o sea, nuevos) fueron encontrados en un bosque a 500 m del negocio. Estaban irreconocibles, algunos sin ruedas, sin motor, etc.
Muchas casas de material (ladrillos) fueron destruidas desde sus cimientos, y los escombros volaron, pues solo quedó el terreno limpio. Otras viviendas desaparecieron por completo, mientras que en sus vecinas solo se volaron los techos y se rompieron las ventanas.
Después del tornado
Al terminar el paso del tornado ―a las 14:25 aproximadamente― llovió copiosamente durante una hora más. Los vecinos se organizaron rápidamente para socorrer a las víctimas.
En el pasillo de entrada de la jefatura de policía y en el hospital de San Justo alinearon decenas de cadáveres para ser identificados por familiares o amigos. Muchos estaban desnudos (la fuerza del viento rompía y arrancaba las ropas) y cubiertos con frazadas.
La mayoría había muerto por fracturas múltiples, o por los fuertes golpes o heridas producidos por «proyectiles» (objetos lanzados por el viento). En general estaban manchados de color marrón oscuro (debido a la sangre mezclada con tierra).
Todas las radiocomunicaciones se cortaron debido a la falta de energía électrica sin embargo gracias a José Barreto, quien poseía en aquel momento uno de los equipos de comunicaciones preparados para llegar a cualquier lugar los vecinos de San Justo lograban llevar tranquilidad a sus familiares. Ademas los mismos automovilistas que transportaban a los heridos dieron la trágica nueva en la capital provincial.
José Barreto hace unos años recibió un homenaje en vida por su destacada labor durante la tragedia del tornado.
Unas 2000 personas quedaron sin hogar, en total indigencia, sin nada que recuperar.